Massa sigue ganando poder dentro de la coalición

Sergio Massa preside la sesión de la Cámara de Diputados archivo Foto NA



BUENOS AIRES (NA) — En el proceso de renegociación de la deuda, tal como sucedió con el tema Vicentin y también podría extenderse a la reforma judicial, se repitió un hecho que en el Frente de Todos adquiere cada vez más relevancia: Sergio Massa sigue ganando poder dentro de la coalición.

Considerado por Alberto Fernández como “el que más se preparó para gobernar la Argentina”, Massa comenzó en el Gobierno con poco capital: si bien en el reparto de lugares no le fue mal -aunque no logró colocar la cantidad de ministros que quería-, su imagen venía golpeada por el salto a última instancia que tuvo que realizar para no perderse en el ostracismo de la “ancha avenida del medio” que él mismo había fabricado.

Pero desde diciembre a la actualidad, el presidente de la Cámara de Diputados se mueve con destreza dentro de su lugar en el Congreso y enarbola sociedades con todo el arco político, de la mano de la alianza con Máximo Kirchner.

No faltan en la coalición de Gobierno de la que es socio quienes, desde la parte más dura del espacio, critican sus movimientos y su exceso de relaciones con el capital internacional, el empresariado, los medios de comunicación y hasta la oposición.

El tigrense armó, ni bien empezado el Gobierno, su propio equipo de economistas, con los que ya venía trabajando cuando se soñaba como presidente, para seguir tanto el tema de la deuda como posteriormente el de la pandemia y el de la recomposición económica del país.

De ese círculo íntimo participaron, entre otros, el ex titular del Banco Central Martín Redrado, a quien se le vetó la posibilidad de ocupar el ministerio de Economía por sus declaraciones contra Cristina Kirchner en la causa del dólar futuro, y el técnico Daniel Marx.

Por medio de sus amplios lazos con el capital financiero internacional, Marx ayudó durante el macrismo a los gobernadores provinciales a conseguir bonistas para colocar deuda en dólares y, en la reciente negociación que llevó a cabo Guzmán, también aportó su larga lista de contactos para llegar a una solución con los tenedores de bonos en dólares.

Rápido de reflejos, Massa no habla tanto como antes en los medios, tal vez por el desgaste que tuvo su imagen en los últimos años de derrotas políticas, pero aparece cuando un tema delicado entra en la agenda pública.

Tardó apenas minutos en asegurar que en Venezuela había una “dictadura” cuando Alberto Fernández puso la idea en duda y, esta semana, consideró que no era necesario ampliar el número de miembros de la Corte Suprema, un asunto que eventualmente deberá tratarse en Diputados.

También en la cuestión Vicentin hizo su jugada: eligió el silencio mientras todos hablaban de expropiación e intervención, metió al gobernador Omar Perotti en la discusión del asunto, quien trajo la “propuesta superadora” que finalmente no prosperó y convocó con velocidad, desde su rol de presidente de la Cámara, a las principales entidades agroindustriales para que trabajen en un proyecto para aumentar las exportaciones y generar trabajo.

La chispa de esa primera reunión prendió rápidamente y la Cámara Agroindustrial Argentina, tras un acuerdo de por medio con la UIA -otra entidad de buenas relaciones con el tigrense- generó un proyecto para, hacia 2030, llevar las exportaciones a 100 mil millones de dólares y crear 700 mil puestos de trabajo en el mismo plazo.

Massa tomó el proyecto y prometió darle forma de ley para tratarlo con velocidad en el Congreso.

Además, sentó el mismo día del arreglo con los bonistas privados al presidente Fernández y a un reducido equipo de funcionarios, entre los que estaban Felipe Solá, Cecilia Todesca Bocco y Gustavo Béliz, con los titulares de la CAA con los que él se había reunido previamente.

El miércoles, además, se mostró junto a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, en medio de una inmensa polémica por el aumento del delito en la salida de la pandemia sobre todo en la Provincia de Buenos Aires, una situación que Massa conoce bien y que fue su insignia de campaña durante varios años.

Ahora que el Gobierno terminó de resolver el asunto de la deuda externa con privados, aunque todavía falta la otra mitad del asunto, que es el nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), dentro del Frente de Todos se amplía el debate acerca de quiénes serán los protagonistas de la pospandemia, tanto en el área política como económica, debido al profundo desgaste que significó el coronavirus y a que, en 2021, serán las elecciones de medio término que funcionarán de línea de salida para un amplio abanico de dirigentes que se sienten presidenciables.

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