La desaparición, búsqueda y aparición con vida de M. dejaron expuestas diversas aristas de una problemática cruel que viven gran parte de nuestras infancias, esa niñez invisible para la sociedad y para la dirigencia.
A la par de la desesperación de la familia, se conjugaron la viralización de la cara de la niña para lograr encontrarla, el esfuerzo de fuerzas de seguridad por buscarla y una discusión inadmisible entre funcionarios de alto cargo.
La niña fue encontrada con vida y todos lo celebramos. Sin embargo, la difusión de su imagen continuó -sin más fin que el rédito que provoca alimentar el morbo- y se la siguió dañando en la vulneración de sus derechos, los cuales deben ser garantizados por el Estado.
Las cifras de Missing Children indican que en el país existen unos 107 niños y niñas perdidos. Algunos están alejados de sus familias desde hace años y no se conoce su paradero ni se puede garantizar que estén aún con vida.
La emergencia sanitaria y la crisis económica y social extrema que estamos transitando han dejado a más del 63% de nuestra niñez y adolescencia -según cifras de UNICEF- por debajo de la línea de pobreza.
Lamentablemente, tenemos cada vez más pobreza, menos chicos estudiando y más en la calle. El ASPO ha encerrado y aislado en un mismo domicilio a muchos chicos y chicas víctimas de abuso y violencia, junto a sus victimarios, lo cual trajo como consecuencia un alarmante aumento de casos de abuso y violencia infantil.
Además, hemos vuelto a convivir con la habitualidad de la pobreza endémica permanente, cuya peor cara es la que muestra a niños y niñas levantando cartones o mendigando en las calles, expuestos a violencias de todo tipo. Se perpetúa así un circulo de pobreza y falta de perspectiva que nos duele a todos, pero frente al cual el Estado no hace nada.
Estos y otros tantos casos de violación de los derechos de la niñez no pueden ser pasados por alto en un país que ha ratificado la Convención Internacional de los Derechos del Niño y que tiene una vasta cantidad de Tratados que validan Derechos Humanos con jerarquía constitucional.
Desde mi lugar de legisladora nacional, integrante jerárquica de la Comisión de Familias, Niñez y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación, invito a las autoridades gobernantes a tomar cartas en el asunto y elaborar un plan de acción efectivo en conjunto con la Defensora de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y la Secretaría Nacional de la Niñez.
Porque ya es hora de entender que la infancia no es una abstracción que se va a convertir en realidad cuando esos niños y niñas sean adultos, sino que la infancia es hoy.
Los derechos de niñas, niños y adolescentes deben ser protegidos y garantizados por el Estado hoy mismo, con políticas públicas concretas y no con expresiones de deseos que no se cumplen.
No se puede jugar con la niñez.