El ministro de Economía, Martín Guzmán, transmitió que, ayuda del FMI mediante, se llegará sin problemas a cubrir el financiamiento necesario para lo que resta del año, lo cual brinda un panorama de tranquilidad para el dólar, al menos hasta las elecciones de medio término.
Los USD 4.355 millones aportados por el Fondo Monetario le dan al Gobierno el oxígeno necesario para lograr el principal objetivo en cualquier etapa electoral: mantener a raya a la divisa norteamericana.
Con esa variable bajo control, desaparece el riesgo de una derrota contundente en las legislativas y se despeja el camino para ir preparando las correcciones que llegarán tras los comicios de noviembre.
Uno de los principales ajustes previstos para el 2022 está vinculado con el casi billón de pesos que anualmente se destinan a subsidiar tarifas, un clásico del kirchnerismo que le permitió ganar elecciones.
Es uno de los objetivos del ministro de Economía, convencido de que sin encaminar esa variable el FMI pondrá objeciones a la refinanciación de deudas por unos USD 45.000 millones.
Guzmán deberá sortear todavía los muchos obstáculos que pondrá el kirchnerismo para poder ajustar las tarifas de electricidad y gas en el AMBA.
La principal preocupación de Cristina Kirchner en esta cuestión es el impacto que el plan Guzmán podría tener sobre sus votantes del conurbano bonaerense, el bastión que le permitió recuperar el poder.
La vicepresidenta ya hizo público su deseo de gobernar durante “varios períodos”.
Considera que la aplicación de este modelo, cuyos ejes no terminan de quedar claros, es el remedio para un país como la Argentina.
Hay una sola política que la jefa de la alianza gobernante parece tener clara: hace falta cada vez más Estado para corregir las deficiencias del mercado.
Considera que serán necesarias mayores intervenciones, regulaciones y políticas discrecionales.
El problema es que una economía plagada de restricciones operativas, financieras y a las importaciones hacen más difícil la recuperación.
El futuro de las tarifas
Guzmán promete que los cambios tarifarios no pegarán en la línea de flotación de los habitantes del conurbano, ese “país” que se erige apenas cruzada la General Paz y que representa el sostén político del kirchnerismo, junto con vastas zonas del norte de la Argentina.
El ministro de Economía necesita exhibir ante el FMI voluntad de reducir el déficit fiscal, para poder encarar un plan de pagos razonable.
Máximo Kirchner ya anticipó que no será tan fácil, y preguntó por qué la refinanciación de deudas debería ser a diez años, si en definitiva fue el Fondo Monetario el que se equivocó al apostar a Mauricio Macri.
El kirchnerismo pretende un plan de pagos a 20 años, algo por ahora imposible de considerar por parte del Fondo Monetario.
Hasta dónde llega la reactivación
El equipo económico destaca que la reanimación de la economía será este año superior a la prevista.
Y ya le transmitió al presidente Alberto Fernández que el mayor impacto de esa reactivación se sentirá en la segunda mitad del año, ideal para el momento electoral.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo que el aumento del Producto Bruto podría incluso llegar al 9% cuando concluya el 2021.
Sería una recuperación casi similar a la caída del 9,9% agigantada por la pandemia en el 2020, con una economía que ya venía barranca abajo.
El problema es que ese crecimiento todavía no se traduce en mayores puestos de trabajo, y mucho menos de calidad.
El sector privado todavía no está en condiciones de generar empleos de buen nivel, pero no es el único obstáculo.
Del otro lado tampoco le está siendo fácil hallar personal mínimamente calificado, como demostró el resonante caso de la automotriz Toyota, a la que le cuesta conseguir empleados con el secundario completo y buen nivel de comprensión de textos.
La Argentina afronta una tragedia educativa que el coronavirus amplificó hasta niveles aún desconocidos.
Toda una generación está quedando afuera de las nuevas necesidades de la era digital que demanda el mundo del trabajo, y eso se traduce en mala calidad de los empleos y salarios más bajos.
Las presiones sobre el dólar
El mercado comenzó a tomar cobertura cambiaria tras casi siete meses de fuerte liquidación de divisas y demanda de activos en pesos.
Partiendo de un colchón de reservas netas en la zona de USD 5.800 millones, el Gobierno seguirá administrando la escasez con restricciones y utilizando al dólar oficial y las tarifas como anclas para intentar una ligera recuperación del salario real en el margen.
Todo indica que el Gobierno llegará a las elecciones de noviembre con las variables bajo control, pero a un costo alto, en especial por la brecha cambiaria, que anula por ahora la posibilidad de que lleguen inversiones a gran escala.
En los cuatro meses entre las elecciones y el vencimiento de marzo, el Gobierno debería sellar un acuerdo con el FMI aceptable para la política que sea ratificado por el Congreso.
Sin ese respaldo, será muy difícil que el organismo se arriesgue a dar otro paso en falso como en el 2018, cuando acordó un apoyo multimillonario a Macri, sin un plan claro de salida de la crisis a la vista.