NEUQUÉN (ED). — La eyección del ahora ex ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y el sacudón en el Frente de Todos (FdT), encontró al PJ neuquino en horas de festejos que -a juzgar por los abrazos y sonrisas- lo expusieron como bailando en la cubierta del Titanic.
Es que mientras Cristina Fernández de Kirchner le daba rienda suelta a su ira, el peronismo local asistía a la asunción del intendente de Centenario, Javier Bertoldi, como presidente del Congreso provincial. El encuentro ya estaba organizado, pero el contraste fue muy fuerte y lo dejó en algo así como en una realidad paralela.
“Con gran orgullo asumo la Presidencia del congreso provincial del Partido Justicialista de Neuquén. Gracias a los compañeros y compañeras por su confianza, ahora nos toca conducir el peronismo de nuestra provincia y confiamos que en conjunto con nuestro presidente Darío Martínez y los demás órganos partidarios podremos llevar a nuestro partido a cada rincón del territorio, con una propuesta que nos permita estar donde debemos, al lado de la gente”, escribió Bertoldi.
Mientras que Martínez expresó: “Felicitaciones a las y los congresales y al compañero Javier Bertoldi, nuevo presidente del Congreso Provincial. Sigamos trabajando por un peronismo amplio y federal que tenga un solo objetivo: mejorarle la vida a los neuquinos y neuquinas”.
La salida de Kulfas (en cuyo reemplazo irá Daniel Scioli) se produjo luego de que desde el ministerio hicieran circular un off con ataque directo a la ex presidenta. El trasfondo tiene que ver con un asunto que en cierto modo roza a Martínez, por su cargo de secretario de Energía de la Nación: el gasoducto Néstor Kirchner, que partirá desde Vaca Muerta, Neuquén.
En el acto del viernes por el centenario de YPF, Cristina Kirchner le sugirió al presidente Alberto Fernández que se ponga firme en las negociaciones con Techint, proveedora de los caños para el gasoducto. Al día siguiente se filtró el off en el que se hizo ver que fueron funcionarios que responden a ella quienes armaron un pliego de licitación a la medida de ese grupo empresario. Entonces, Cristina estalló en ira y Alberto mandó “a los caños” a Kulfas, en términos administrativos, le pidió la renuncia.
