La culpa es del otro




Esta semana volvimos a tener novedades en materia inflacionaria: el INDEC publicó el informe mensual indicando que el aumento de precios del mes de septiembre ha sido del 6,2%.

Ya hace tiempo que los informes del Instituto de Estadísticas y Censos quedan viejo al momento de su publicación. En estos niveles inflacionarios nadie duda que el aumento en los precios pulveriza los bolsillos de todos dando cuenta de ello en cada compra, a cada momento.

Sin embargo los detalles de la inflación siempre suelen ser algo llamativos: la ropa ha aumentado 118% en el último año. Solo en Septiembre los alimentos aumentaron un 6,7% (algo por encima del nivel general) y de 7,1% en el conurbano bonaerense donde más pobreza e indigencia existen. Los datos no sorprenden, pero por ello no dejan de ser desoladores.

El oficialismo festeja el hecho de que Septiembre ha sido un nuevo con inflación a la baja con respecto al mes anterior. Extraño festejo éste: la inflación de los últimos 12 meses en la Argentina ha sido del 83%, apenas un punto por debajo de la inflación que ostentó la Argentina durante el año 1991, tiempos aquellos donde estábamos estrenando el esquema de convertibilidad mientras escapábamos de los horrores hiperinflacionarios.

Muchos funcionarios también justifican el deplorable resultado en materia económica del gobierno de Alberto Fernández excusándose en la guerra entre Rusia y Ucrania, “una guerra que ha afectado al mundo entero”. Mientras en Septiembre la inflación en la Argentina ha sido del 6,2% en la región que supuestamente también ha sido afectada por la guerra no parecen haber acompañado estos valores: la inflación del noveno mes del año en Uruguay ha sido del 0,83%, en Paraguay del -0,1% (si, los precios se redujeron), en Brasil del -0,29% (tercer mes consecutivo donde los precios muestran una merma), en Chile del 0,9%, en Bolivia del 0,14%, en Perú del 0,52%, en Ecuador del 0,36% y en Colombia del 0,93%. Incluso sumando las inflaciones de cada uno de estos países no logramos alcanzar el exorbitante número inflacionario argentino. El problema no parece ser mundial.

Nuevamente los rumores de un plan que incluya un congelamiento general de precios estuvieron en la escena de la semana. Fue tal el impacto mediático que hasta el propio Sergio Massa desde Washington tuvo que salir a desmentirlo.

Lo cierto es que parece que el gobierno se ha quedado sin ideas. Nadie sabe bien cómo se sigue, qué medidas tomar o como sostener una Argentina que más allá de su nivel inflacionario tiene pronunciados problemas estructurales que, al menos por ahora, nadie está dispuesto a enfrentar.

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