Hace poco menos de dos meses, El Digital Neuquén publicaba una nota que comenzaba así: “Una de las particularidades de esta Argentina es que rara vez se brindan explicaciones cuando termina un mandato o gobierno. Sucede a lo largo y ancho del país y Neuquén no es la excepción”.
Aquel artículo, inspirado en el brutal homicidio del periodista de Radio Cumbre, Juan Caliani perpetrado por dos menores, buscaba indagar sobre los motivos por los que se descendió a semejante nivel de violencia; y recordaba que durante la última gestión (la que terminó en diciembre), el gobierno provincial neuquino tuvo un ministerio de Niñez, Adolescencia, Juventud y Ciudadanía, que dispuso de partidas multimillonarias y que en lo que hace a niñez y adolescencia se agotó, prácticamente, en conversatorios y encuentros interdisciplinarios. Ese ministerio se aferró a una letra hoy perimida, la del manual de procedimientos K.
Todos esos gastos (de ninguna manera se los puede considerar inversiones como se pretendía en aquel entonces) fueron lamentablemente en vano, ya que no hubo esfuerzos por abordar problemáticas reales, como la violencia y la prevención de ese flagelo. La sociedad y los propios menores lo padecen.
La entonces ministra y hoy asesora en la Legislatura provincial neuquina, Sofía Sanucci Giménez, jamás rindió cuentas. Y las calamidades se repiten. Algunas no trascienden y otras sí, pero que las hay, las hay.
Recuperar el terreno perdido y enmendar la inacción es una tara difícil más allá de los esfuerzos que ahora se realicen. Pese a que las realidades de otros distritos (lo que sucede en Buenos Aires se repite irremediablemente en Neuquén) advertían de modo inequívoco, aquí se optó por hacer la vista gorda a los flagelos y transitar por una realidad cuasi festiva.
Aquel ministerio decía trabajar “con la perspectiva de género y la accesibilidad como premisas para lograr espacios de vida más saludables e igualitarios”. Letras de molde, cuyo fracaso ha sido desnudado por la realidad. Y ahora hay que arrancar prácticamente de cero.
Mientras tanto, la violencia golpea. Este martes se supo que dos adolescentes atacaron con cuchillos a la madre de una alumna de la Escuela primaria 178 del barrio Gregorio Álvarez de la capital neuquina. El ataque sobrevino a las 20:30 de este lunes y la mujer padeció lesiones en el cuero cabelludo, en cadera y piernas.
Hay más. Hace apenas unos pocos días, un inusual y dramático hecho alteró la jornada de una escuela de Cutral Co. Un alumno ingresó a un establecimiento educativo con un revólver en la mochila y al percatarse del hecho los docentes dieron intervención al personal policial. Ocurrió cerca de las 10:00 en el CPEM 51 ubicado en calle Wenceslao Navarrete del barrio Pueblo Nuevo.
Y eso no es todo. En otro caso muy reciente -también en Cutral Co- efectivos de la Policía desmantelaron una banda consagrada al narcomenudeo, cuyo punto de venta estaba ubicado cerca de una escuela primaria y contaba con “varios menores” involucrados en la actividad delictiva. Así lo informó, en su página oficial, la Policía neuquina.
Hoy en día nadie se atreve a negar (en público) que el ministerio de Niñez y otras cuestiones (preocupado por el lenguaje inclusivo y el todes) despilfarró cifras multimillonarias que podrían haberse invertido en salud, educación, infraestructura, rutas o en prevenir la violencia. Y nadie ha rendido cuentas, hasta ahora.