Es presentismo, no es impuesto a la vagancia




Otra vez el gremio de los docentes dejó a los estudiantes sin clases. La protesta es contra un proyecto que avanza en la Legislatura neuquina

NEUQUÉN (ED) –El sindicato de los docentes neuquinos (ATEN) volvió este martes al paro (en el turno vespertino). Ahora, su huelga es contra un proyecto de ley que avanza en la Legislatura y que no solo propone premiar (con un plus en sus salarios) a los maestros que tienen pocas inasistencias, sino que también busca erradicar el flagelo de las licencias de licencias, que atentan contra los recursos del Estado neuquino y se llevan millones que bien podrían destinarse a inversiones útiles; entre ellas, las reparaciones de edificios escolares.

La dirigencia sindical de ATEN (Marcelo Guagliardo, en provincia y Angélica Lagunas, en Neuquén City) destiló intolerancia frente al debate de ideas y el tratamiento de proyecto en la Cámara de Diputados, pilar esencial de la vida en democracia y eso generó múltiples quejas de vecinos y padres alumnos, en las redes.

Los gremialistas temen que los diputados les quiten la herramienta de presión que tienen sobre aquellos docentes que no comulgan con sus ideas y eso los llenó de ira. Alcanzará con decir que, en los paros de principio de año Lagunas ordenó cerrar las escuelas con candado, para que nadie pudiera dar clases. Y ahora, Guagliardo tildó de “facho” y “gorila” al diputado Marcelo Bermúdez (PRO), quien apoyó públicamente el proyecto de su colega Claudio Domínguez (MPN).

En medio de este nuevo conflicto, en el que los perjudicados son los mismos de siempre (los alumnos, claro) un grupo de padres autoconvocados se presentó en la Legislatura para apoyar el proyecto de ley. “La sociedad votó un cambio, pero no está pasando eso”, aseguró una mamá. ATEN se burla de la voluntad mayoritaria del pueblo argentino y de la sociedad neuquina, que votó cambios. Y es por eso que también irá al paro miércoles y jueves.

Los dirigentes y activistas de ATEN son la casta sindical y se niegan a resignar privilegios. Se ofenden cuando en las redes los tildan de vagos (y dicen que tendrían que pagar impuesto a la vagancia), pero se niegan a que quienes cumplen con su básica obligación de ir a trabajar tengan un premio por presentismo.

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