Un ex empleado condenado por la Justicia y conocido en el submundo de la política, protestó contra su despido del Estado provincial.
NEUQUÉN (ED). — Un acontecimiento -por cierto, penoso- que ocurrió durante el mediodía del martes mostró a las claras que la herencia que encontró el gobierno provincial neuquino es más pesada de lo que se temía. Tanto es así que un sujeto que fue despedido de la administración pública tras haber sido condenado por la comisión de un delito grave, se acercó a protestar en Roca y Rioja.
Quienes estuvieron en el lugar aseguran que una familiar directa protestó en plena calle, que el propio condenado -Juan Carlos Santana- observó desde la plaza y que otros se acercaron un rato más tarde. “Si ahora se anima a tanto, es porque antes tuvo mucha espalda”, dijo un conocedor del submundo de la política que, sin dudarlo, ubicó a Santana entre los punteros que “trabajaron” en la primera campaña del ex gobernador Omar Gutiérrez.
Santana era chofer en Desarrollo Social, epicentro de una mega estafa al Estado que tiene al ex director de Planes Sociales, Ricardo Soiza, en calidad de detenido con prisión preventiva; y al ex ministro, Abel Di Luca, en condición de procesado. Se da por acreditado que Santana, conocido en el ambiente, era uno de los punteros de Di Luca.
El lunes último, Santana fue expulsado del Estado. La causal de despedido fue su condena a la pena de cuatro años de prisión de cumplimiento efectivo, por resultar coautor material y penalmente responsable del delito de robo calificado (con arma de fuego). También el lunes fue cesanteado Julio César Blanco, sobre quien pesa una sentencia firme por ser autor penalmente responsable del delito de confabulación para la comercialización de estupefacientes. En términos coloquiales fue condenado por narco.
Tanto en el caso de Blanco como en el de Santana, la Asesoría General de Gobierno entendió que “no resultaba necesaria la procedencia del sumario administrativo para la baja” (o despido) y sugirió dar curso al procedimiento de baja automática”. De este modo se aceleró el despido de ambos y los pusieron, como se dice, de patitas en la calle. Ya no se benefician con el esfuerzo de otros.
La protesta de los allegados a Santana y quizá del propio Santana (testigos aseguran haberlo visto) demuestran a las claras que la herencia era más pesada de lo que se creía. Aun así, con estos despidos, el gobierno demostró que está decidido a sacar la mugre que, hasta el 10 de diciembre último, se escondía debajo de la alfombra.