La reciente toma del rectorado de la UNCo visibilizó que para muchos estudiar no es lo más importante. La política juega sus cartas en perjuicio de los jóvenes, que intentan privilegiar sus metas.
“Yo estudié en la universidad pública y los únicos que me impedían estudiar suspendiendo las clases eran: el gobierno de facto o la izquierda montonera. Mis viejos, obreros sacrificados, nunca me pidieron que tomara la universidad, solo esperaban que estudiara, que rindiera y me recibiera pronto”, expresó hoy en sus redes sociales el pastor Hugo Márquez. Una reflexión que podría aplicarse casi 50 años después y sigue vigente.
Este martes la toma del rectorado en la UNCo, expone a los pocos que se benefician del descontento estudiantil para sus propios fines políticos.
No podemos olvidar que además de los reales usuarios de las facultades públicas, como el caso de Márquez, también conviven otros actores como estudiantes crónicos, que militan las universidades. Son los mimos que utilizan estos espacios de laboratorio para formarse, pero pocas veces irrumpen en la vida profesional.
Con presupuestos millonarios, los resultados son tan magros, que sus egresados -sean pobres, luchadores o entusiastas, siguen siendo pocos. Lejos de lo deseable, nada se condice con la inversión que se hace.
El conflicto universitario por el presupuesto, tras los idas y vuletas en el Congreso, es parte de los coletazos del largo derrotero de la pérdida de poder del kirchnerismo. Todo parásito que intenta desprenderse de donde se alimenta genera heridas. Y el dolor a veces confunde.
En su afán de buscar soluciones a sus problemas, los estudiantes reales fueron, son y serán manipulados por grupos a los que no les interesa la educación. Caen presa de un juego político más grande que los transforma en instrumentos.
Con la misma violencia repudiable que incita a tomar, a romper y golpear al que piensa distinto, los grupos de izquierda sintonizan con sectores progresistas del peronismo que potencian el ruido a una administración nacional que busca cumplir el mandato popular de las urnas y demostrar que la vieja política, y los aprietes no van más. El gasto sin control, tampoco.
La discusión sobre la gratuidad de la educación, no está en debate – lo recordó el presidente nuevamente este martes- pero es un discurso que vende y tracciona voluntades. Es un falso dilema que oculta intenciones más profundas, no seamos ingenuos.
Excelente reflexión del Lic Marquez, a la universidad se va a ESTUDIAR y recibirse EN TIEMPO Y FORMA!!!
Me pasó en la Universidad Nacional del Comahue. Seis meses tomada la facultad, me tuve que cambiar a una Universidad privada para tener clases.
Es lamentable lo q hoy está pasando con la educación pública y el adoctrinamiento que hay, creo que aún hay padres que queremos que nuestros hijos tengan una buena educación y no queremos que sean adoctrinados como lo venimos viendo ya hace muchos años, y dejar en claro nada es gratis esto se paga con impuestos de los que trabajamos día a dia para salir adelante.