La polarización entre la Neuquinidad y La Libertad Avanza es más que evidente. El peronismo no experimenta signos de recuperación
NEUQUÉN (ED) — Aunque el año electoral recién se ha puesto en marcha, está absolutamente claro que sólo dos fuerzas políticas tienen chances serias y objetivas de disputarse la victoria aquí, en la provincia de Neuquén. Es que no sólo las encuestas, sino también la lógica anticipa una polarización entre la Neuquinidad, que conduce Rolando Figueroa y La Libertad Avanza, de Javier Milei.
Ambos espacios edificaron sus fortalezas en lo realizado durante el primer año de gestión y lo proyectado para el presente. Son logros que en varios casos hasta tienen coincidencias. La lucha contra la corrupción es una de ellas y la ficha limpia es otra. Los dos recibieron pesadas herencias y encaminaron la cuestión.
Milei domó al proceso inflacionario y planchó al dólar; mientras que Figueroa comenzó a saldar las deudas que había dejado la gestión de Omar Gutiérrez. Construyó escuelas, equipó a la policía, pavimentó rutas y garantizó los insumos para los hospitales.
El que las hace las paga, es otra de las coincidencias. Prueba de ello, el cierre de organismos públicos teñidos de corrupción, en la órbita del Estado nacional; y la expulsión de indisciplinados y ñoquis, en la administración pública provincial. Las coincidencias siguen e incluyen a la austeridad y transparencia en el manejo de los recursos, pero hay una diferencia que es notoria.
El recorte de Nación a las provincias incluyó, lamentablemente, a Neuquén y eso llevó a que el esfuerzo del gobierno que conduce Figueroa haya sido mayor. La Neuquinidad resume, entonces, la capacidad para progresar y desarrollarse aún en medio de la adversidad. Y eso fortalece y potencia el espíritu de pertenencia.
En la Neuquinidad coinciden todos los partidos que forman parte del frente y que incluyen al PRO; al radicalismo; a una expresión libertaria (Arriba Neuquén, de Leandro López); a jefes comunales del MPN (el partido está literalmente cerrado y se desconoce el paradero de su presidente, Gutiérrez); al Frente Renovador y a sectores del peronismo que conducen Tanya Bertoldi, Marcelo Zuñiga y Lorena Barabini.
El resto del peronismo se debate o se hunde en el lodo de sus propias realidades, salvo el intendente de Cutral Co, Ramón Rioseco, quien tiene peso propio (y también estructura). El espacio K en el que conviven -y en ocasiones rivalizan- el diputado provincial Darío Martínez y el senador Oscar Parrilli ha quedado reducido y debilitado, no sólo porque está atado al destino de Cristina Fernández de Kirchner sino porque, además, quedó marcado por su defensa a la ex vicegobernadora Gloria Ruiz, destituida tras haber sido acusada de hechos de corrupción.
Al menos hasta ahora, no se le asignan al peronismo orgánico chances de luchar por la victoria. En cierto modo, su situación es más compleja que la de la izquierda, generalmente abroquelada.
Este año la provincia renovará las tres bancas que tiene en la Cámara de Senadores y tres de las cinco que posee en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación. Si todo sigue como hasta ahora, lo más probable es que se las disputen la Neuquinidad y La Libertad Avanza.