El caótico tránsito de Neuquén plantea un desafío




Hay controles y sanciones. Pero también reincidencia en las infracciones. La falta de educación de ciertos conductores es más que evidente

NEUQUÉN (ED). — El crecimiento de la ciudad de Neuquén trajo aparejado un tránsito caótico, que el municipio no consigue enderezar, pese a los esfuerzos que -por cierto- son evidentes. De hecho, ahora, acaba de anunciar que denunciará judicialmente a los integrantes de una agrupación que promueve picadas de motos por la avenida Argentina, con todos los riesgos que eso implica.

El municipio realiza operativos y controles incluso en horarios nocturnos. También aplica multas y se lleva con sus grúas a los automóviles que no están bien estacionados. Sin embargo, esas sanciones (que duelen en el bolsillo) no alcanzan para desalentar al conjunto de infractores crónicos. Como tampoco parece suficiente el secuestro de motos, ni la destrucción de los escapes libres con los que generan un ruido infernal.

El problema quizá radique en la educación (en rigor, la falta de educación) de buena parte de los conductores que hacen literalmente lo que se les ocurre, sin contemplar que ponen en riesgo a terceros. Para una persona mayor cruzar una avenida complicada es, hoy en día, algo así como una misión imposible o un reto al destino.

El catálogo de infracciones es amplio: estacionamientos en doble fila, obstaculización de rampas, excesos de velocidad, desinterés por los semáforos, ruidos molestos, giros indebidos y otras que terminan generando un peligroso coctel de ira y desidia. También hay borrachos al volante, lo que termina por complicar aún más el panorama.

Hace apenas unos pocos días, el municipio neuquino realizó dos operativos (uno en el barrio Unión de Mayo y el otro en San Lorenzo) en el que los inspectores retuvieron 32 motos, 28 con escapes ruidosos. Contaron, por supuesto, con respaldo de agentes de la policía, ya que de lo contrario les hubiera resultado imposible (precisamente, por la falta de educación).

La necesidad de preservar la seguridad en el tránsito (muy especialmente la de peatones y ciclistas) obliga a redoblar la apuesta para desalentar y castigar a los infractores. Una opción es el aumento de las penalidades. Otra, la educación a través de campañas de concientización y otras estrategias. Es un camino largo, sin dudas. Pero necesario para complementar el esfuerzo que se viene realizando.



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