
El aroma del asado se mezcla con la historia de un zapalino de corazón que, una vez más, estará presente en el Campeonato Nacional del próximo fin de semana.
ZAPALA (ED) — Con manos curtidas por el trabajo y el fuego, este vecino de 90 años lleva décadas perfeccionando su arte, una pasión que nació a los 12 años cuando encendió las brasas por primera vez. A partir de allí, nunca paró: cenas y mediodías con amigos y familia, él siempre fue el encargado de la cocción de la carne.
Oriundo de Aluminé, la vida lo llevó por distintos caminos. A los 18 años partió hacia Buenos Aires, donde ingresó al Colegio Militar y se recibió de Cabo. Sin embargo, su destino no estaba en los cuarteles y, dos años después, decidió tomar otro rumbo al incursionar en la minería. Pero el arraigo con su tierra, nuestra tierra, era más fuerte: ya los 33 años volvió a Zapala para nunca más irse.
Este año, como en los últimos, no estará solo entre las brasas y el humo. A su lado, lo acompañará su nieta del corazón, Carina Constanzo, con quien ha compartido varias competencias. Juntos representan no solo la experiencia y el conocimiento, sino también la importancia de transmitir la tradición de generación en generación.
Es importante recordar que en el año 2023, la Federación Argentina de Asadores y la Municipalidad de Zapala le propusieron un lugar en el jurado de la competencia 2024. Aunque en un principio aceptó, pronto entendió que su lugar no estaba en la mesa de evaluación, sino junto a los fuegos, entre los otros asadores y el público que se acerca a disfrutar de este evento que ya es parte de la identidad zapalina.
Para Juan, el asado es más que una técnica: es un ritual, un punto de encuentro, una forma de mantener vivas las costumbres y compartir momentos inolvidables. Y este fin de semana, en la “ciudad del viento”, volverá a demostrar que el fuego es, sin dudas, su mejor aliado.
