“El Kirchnerismo es una organización política criminal”. Lo denunciamos desde antes de la llegada al poder nacional de los Kirchner en 2003, cuando la democracia fue reemplazada por una autocracia neopresindecialista.
Ese despiadado populismo, impregnado de las condiciones peculiares del matrimonio dinástico que instauró este régimen, siempre mantuvo un patrón que configuro esta especie de locura que todos los argentinos hemos padecido en mayor o menor medida. Hablo de la mentira, el cinismo, el pillaje y el robo como forma de hacer política, como concepción de la política.
Recuerdo que cuando hablaba del kirchnerismo como “organización política criminal en 2003”, una inmensa mayoría no me creía y hasta me atacaba. Les parecía una barbaridad esa afirmación.
Nunca me impactó esa actitud. Las personas, en ocasiones, les hacen decir a sus deseos algo diferente a lo que la historia y la verdad les muestran y, se cierran, sin estar dispuestos a escuchar y extraer trascendentales lecciones del pasado en beneficio del país.
Ciertamente, me preocupaba más, aquellos que sabiendo que nuestros señalamientos eran ciertos y, determinaban, que antes de que salga el sol podríamos perder nuestro país; decidían autoconvencerse que la madurez democrática de los argentinos y la fortaleza de las instituciones impedirían ese peligro que acechaba.
Entre esas dos posturas de la sociedad argentina, “no creer y/o creer sin preocuparse”, han pasado 20 años. Y en este tiempo, todos los argentinos hemos visto el desmoronamiento político, institucional, económico, educativo, cultural y social de nuestra amada Argentina.
Pasamos de la cacofonía de los salvadores de la patria, los campeones de los Derechos Humanos y del progresismo de la liberación, a la cacofonía, de la organización piramidal de corrupción, el gobierno de las valijas de Cristina que viola Derechos Humanos y apoya a dictaduras, a los responsables de la
instalación del narcotráfico en el país, a los que persiguen opositores, jueces y periodistas; a los que cayeron en los brazos de Irán y nombraron jefe del Ejército a Milani, y a los que dicen ya no se puede hacer nada, el país se perdió.
En estos 20 años, la catástrofe de las políticas del kirchnerismo se iban desarrollando ante nuestros ojos, pero se desdibujaban por un relato absurdo que gozaba de buena salud, abonado por la falta de tratamiento cierto de las noticias que ocurrían, silenciadas con aceitadas pautas oficiales, prebendas y distintos procesos de miserabilidad de todos los factores de la sociedad.
Hubo un tiempo, en esta historia, en el cual la sociedad quito la mirada del mal. Por miedo, autocensura, benevolencia, autocomplacencia, oportunismo, calculo, conveniencia, connivencia, por intereses o por complicidad y colaboracionismo. Son procesos dolorosos. Crecer es necesario pero doloroso. Es tan culpable quién comete el crimen, como el que lo consiente. Sin el brazo ejecutor los delirios de Cristina nunca se hubieran concretado.
No fue magia, hubo muchos cómplices que permitieron que esto pasara, desde sus funcionarios actuales y pasados, hasta los arrepentidos que se quieren reciclar, falsos opositores, funcionarios judiciales, sindicalistas, periodistas militantes, Ongs y muchos más.
Los colaboracionistas del régimen, lo conozco bien. Pasó en Santa Cruz y en el país y también es un proceso que se dio en Venezuela. El resultado del paso del poder del kirchnerismo, ha sido extirpar a otras generaciones de argentinos, desgarrando el alma del país más rota de lo que estaba. Abriendo viejas cicatrices y causando nuevas, más lacerantes y devastadoras.
La adicción al poder bruto y al dinero para subyugar a los argentinos del kirchnerismo hizo más daño que muchas dictaduras blandas; porque bajo la apariencia democrática los DDHH quedaron a tiro de lapicera de una persona, que busca el pensamiento único para someter a la Nación.
El régimen kirchnerista generó innumerables “Salas o Senas” que son bancados por los pobres del Conurbano que al comprar un paquete de fideos pagan un IVA descomunal, para que sean sus brazos ejecutores (como Milagro Sala en Jujuy o Emerenciano Sena en Chaco).
El poder sin control siempre oprime. Ningún oprimido tiene justicia si quién lo tiene que juzgar es su opresor. El cinismo de Massa y el kirchnerismo no tiene límites. No he perdido la capacidad de asombro ante el cinismo político. La maldad líquida ejecutada desde el cinismo político. Parecen hasta
infantiles las mentiras del kirchnerismo, pero no lo son. Son una peligrosa y cruel política de estado. “Vaca Muerta es mía y la hice yo te están diciendo”.
La nueva política requiere no ser cínica. El cinismo político no es el de Juan o de Pedro, es un método político. Hay que dar la lucha cultural. No hay que ser cínico, no se les gana en cínicos a estos fariseos de la política, ahí ganan ellos. Me preocupa que los cínicos políticos manejen la inteligencia artificial y las relaciones y políticas internacionales. Pero más me preocupa que hay quienes optaron por el cinismo. Hay que correr al cinismo de la política.
El debate político que nos plantean nos lleva a pronunciar palabras emancipadoras. A Sergio Massa le aplica todo lo que plantearon grandes escritores: El hombre mediocre (José Ingenieros), El ogro Filantrópico (Octavio Paz), La sociedad abierta y sus enemigos (Karl Popper).
“Si se va Massa, pobre país”, te dicen desde ese sector que lo promociona y financia. Pero, si ya somos un pobre país. A mí siempre me han ganado los kirchnerista desde el insulto, las operaciones y jugadas sucias, pero no desde la memoria.
El que elige el campo de batalla va con ventaja a la pelea. La mentira y el cinismo no es un argumento para iniciar un diálogo o debate, es un prerrequisito no actuar así.
La lucha cultural nuestra es distinta. Es decir, y mostrar con acciones claras, nítidas, contundentes y libre de sospechas que uno es opositor y ellos son oficialistas. Este espanto que vivimos no se puede prolongar y no le deja nada al país ni a nadie.
Hay algunos que no son nítidos opositores por eso el gobierno se anima a mostrarse además como oposición. Por eso, Cristina Kirchner y Sergio Massa, quieren ocupar todo el tablero y jugar con las blancas y las negras.
“Hasta es posible que gane el oficialismo”, esas bolas empiezan a hacer correr desde las publinotas y el festival de entrevistas pagas. A mí me gusta la inteligencia criolla no la picardía criolla. Soy un admirador de la inteligencia criolla, pero tengo desagrado por la picardía criolla. El premio Nobel no es por
pícaro sino por inteligente. Hay que ganar la elección para terminar con esto.
Votar a Massa es lo más parecido a reelegir a Alberto. Ambos reclutados por Cristina. Errores forzados para retener la provincia de Buenos Aires y el poder en el PJ/ Kirchnerista.
Cristina logró su cometido, llenar el Congreso de la Cámpora y ultra K para torpedear el cambio y se cargó nuevamente al PJ tradicional y al Frente Renovador.
Después que Massa pierda o gane le da igual. No lo puso para ganar. Otro Alberto, con más financiamiento y soporte del empresariado prebendario y la corporación sindical mafiosa.
A ambos los deja hacer sin importarle como resulte todo. Uno no pudo evitar sus condenas y el otro no podrá evitar su cárcel. No confía en Massa, sabe que debe arreglarse sola. El plan platita de Massa para llegar con algo de aire a las elecciones a costa de los jubilados, las provincias, el campo, los importadores y la soberanía nacional, también tiene su efecto espejo en Rodríguez Larreta.
Este, compra dirigentes con cargos con la plata de los contribuyentes. De derecha, izquierda, autopercibidos liberales, lo que sea. Sumar cueste lo que cueste. Pagan los contribuyentes. Mismo método que Massa. Todo vale, Todo tiene precio, todo se compra y todo se vende. Salimos con cambios que dejen atrás al pasado y sus cómplices.
Hay que polarizar el debate y la discusión del futuro. Esa es la polarización buena en política. Como puede ser, que algunos propongan la pasividad anodina y obligar a nuestros policías a jugarse la vida en las calles y, a la vez, limitamos sus funciones y tareas, castigándolos aún más de lo que ya se los castiga con los bajos salarios y las pésimas condiciones de trabajo a los que se los somete.
Una nueva sociedad no se construye desde alianzas entre aparatos de las oligarquías políticas, empresariales y sindicales desgastadas que solo buscan reciclarse para mantener su cuota de poder.
El reto es hacer cumplir los propósitos de la CN y erradicar el hambre y el maltrato institucional, priorizando a los niños, a la justicia, a las víctimas como prioridad y no a los victimarios. Terminar con el hambre. Hacer que se recupere y expanda la clase media.
El debate no puede ser más de lo mismo, entre “mediocres malos y mediocres buenos”. Más de lo mismo de lado a lado. No puede no haber debate sobre
una nueva política pública, con enfoque de salud pública y educación y una estrategia para acabar con el negocio del narcopiqueterismo.
El Kirchnerismo nos deja un gran esquema Ponzi. Al igual que Bernie Madoff, el Kirchnerismo tiene su propia estafa piramidal utiliza, la que utiliza hace 20 años a nivel nacional para empobrecer a la población y hacerse millonarios ellos y sus cómplices.
Con la economía paso lo mismo, la destrucción siguió, con la crisis energética, el transporte, la banca, obras pagadas con sobreprecio y adendas que nunca se comenzaron y las que tuvieron la suerte de arrancar nunca se terminaron.
Todo esto, hizo que el Kirchnerismo para mantener un relato que solo fue `magia` gracias a los millones de pesos en esta estafa piramidal al pueblo argentino se mantuvo saqueando las cajas del Estado, como las AFJP, imprimiendo temerariamente como si no hubiera mañana en Ciccone, con los préstamos del narcoestado de Miraflores, subiendo los impuestos y creando nuevos como las retenciones al campo y el impuesto a la riqueza entre otros.
No existe este tipo de política populista sin plata y cuando esto llega a su fin nos encontramos con lo mismo que paso en el 2015: inflación por las nubes, sin reservas en el BCRA, sin producción con miles de pymes cerradas, alto desempleo, pobreza e indigencia de más de la mitad del país que tiene peores
indicadores tanto sociales como económicos que un país que está en guerra como es Ucrania.
Mientras tanto, el PJ con astucia delictiva, cuando se les venía un nuevo caso María Soledad en Chaco, un crimen aberrante del poder, desvío la atención a Jujuy con intento golpista para tapar esto.
Estuve en Chaco en la Marcha y con Gloria, la madre de Cecilia. El gobernador de Chaco, Capitanich, Cristina y Massa agarraron la piedra que le tiraba el pueblo chaqueño y se las tiraron a Jujuy. Montaron en horas incidentes organizados para tapar crímenes de lesa humanidad. Cuando se les venía la noche tiraron la pelota afuera embarrando a otro gobierno.
El kirchnerismo se autopercibe representante del progresismo, de los jubilados y trabajadores, pero atrás de su candidato Massa, se encubre lo más rancio del empresariado prebendaría.
Massa es el candidato de los empresarios de los cuadernos que sostenían al kirchnerismo y, a los cuales Cristina les debe tanto por sus favores en la Justicia.
Los empresarios de los cuadernos conforman “el clientelismo Premium” de Massa, CFK los deja ser, esperando la devolución de gentilezas en la causa criminal que la apremia.
La única utopía de Massa hoy es poder cumplirle al Fondo y vender un nuevo acuerdo que ya debía estar realizado como un gran logro. A la vez cerró un acuerdo con los narcopiqueteros y, les prometió mantenerles sus kioskos a cambio de apoyo electoralista. Nunca vamos a salir adelante garantizando la impunidad a una mafia que vive del Estado.
Massa y Malena Galmarini sintetizan la praxis menemista y kirchnerista, con un matrimonio que cope el poder rodeado de empresarios rapaces para sustraer al estado los recursos para someter voluntades y perpetuarse.
Hay pobres en el país porque el peronismo organiza el estado para delinquir. Aquí la gente no tiene un estado que la cuida, sino que debe cuidarse de este.
Los ataques del kirchnerismo a la oposición, la Justicia y la democracia que se han convertido en la alfa y omega de su política de demolición institucional. La perorata del kirchnerismo se volverá más febril e incendiaria en estos meses venideros.
Este momento de la Argentina necesita un gobierno que cumpla las leyes, que llegue con ideas claras, las sostenga y las lleve adelante.
Patricia Bullrich garantiza que no haya impunidad, tomas, saqueos, ataques a la propiedad privada. Grabois, Moyano, Baradel, Menéndez, Pérsico, Milagro Sala, los Senas que se replican en todo nuestro país si delinquen van presos.
Armar cualquier rejunte para ganar, incorporando a quiénes nos trajeron hasta acá; bajo el pretexto de la gobernabilidad, es no aprender de la historia.
Quiénes te condicionan cuando sos gobierno, se reciclan, pero no son leales a las ideas de cambio y; se te rebelan como los mercenarios de Putin.
Que no nos ganen las milicias de la mentira, el cinismo, el pillaje y el robo. Que gane la gente y con ellos el cambio, que, por mandato ciudadano, el nuevo gobierno de la fuerza del cambio deberá sostener y concretar.
Escrito por Álvaro De Lamadrid dirigente de la UCR/Juntos por el Cambio.