Su sociedad con Sergio Massa y su inactividad en el MPN (hoy en el ostracismo dirigencial) lo alejan de cualquier posibilidad de postulación.
NEUQUÉN (ED) — El conductor del gremio de los Petroleros neuquinos, Marcelo Rucci, descartó la posibilidad de que sea candidato en las legislativas de 2025, oportunidad en que la provincia renovará tres de las cinco bancas que tiene en la Cámara de Diputados y las tres de Senadores, en el Congreso de la Nación.
El mismo había mandado a decir que “los trabajadores” deberían tener un representante en el Parlamento que defienda sus intereses. Pero quizá Rucci no sea el indicado, no sólo porque en junio último fue escrachado en EEUU mientras participaba de un banderazo en apoyo a la Selección Argentina, durante la Copa América, sino porque aún no ha dado la talla del recordado e histórico dirigente, Guillermo Pereyra.
“No tengo pensado participar activamente en la política. Estamos en una transición dentro de nuestro gremio donde la responsabilidad es representar a los compañeros de la mejor manera. Hoy no tengo tiempo ni interés en la política porque mi prioridad es el sindicato”, dijo hace apenas unas horas, en una entrevista.
Rucci es uno de los que ha quedado descolocado por los logros del presidente Javier Milei, quien domó a la inflación, planchó al dólar y en cierto modo reactivó a la economía (aunque, por supuesto, aún falta bastante para volver a sembrar en la tierra arrasada que encontró como herencia).
Rucci sabe que no tiene predicamento político entre aquellos a los que representa en el ámbito gremial. De hecho, mandó a votar por Sergio Massa y Milei obtuvo un triunfo contundente no sólo en Añelo, sino en otras localidades de la zona de influencia de Vaca Muerta. Hábil como era, Pereyra hubiera tomado nota de eso para actuar en consecuencia, pero Rucci no.
Rucci también está inactivo frente al ostracismo al que el presidente del Movimiento Popular Neuquino (MPN), Omar Gutiérrez, condenó al partido que hoy ni siquiera abre su sede central (Junta de Gobierno) de la Avenida Olascoaga, en la ciudad capital.
Rucci no fue capaz de capitalizar esa situación, ni de aportar alternativas; y es por eso que la línea que fundó Pereyra, la Azul y Blanca, comienza a tener más pasado (por cierto, bueno) que futuro.