“Hay mucho mito alrededor del voto evangélico”

Dina Rezinovsky captura YouTube ED



BUENOS AIRES (NA/Sebastián Hadida) — En medio del furor por la serie “El Reino”, la diputada nacional del PRO e hija de pastores Dina Rezinovsky expresó hoy que existe “mucho mito alrededor del voto” celeste y evangélico en particular, ya que en su gran mayoría los votantes “provida” anteponen otras preocupaciones a la cuestión del aborto.

En una entrevista con NA, indicó que “salvo algunas pocas excepciones”, las iglesias evangelistas “no apoyaron candidaturas” en nuestro país, a diferencia del caso brasileño, y los “pastores evitan meterse en esos temas de forma directa”. 

Sobre la irrupción de “El Reino” entre las series más vistas de Netflix, la opositora consideró que “fue hecha exclusivamente para desprestigiar a todas las personas de fe que decidimos dar un paso en servir a la sociedad desde la política”.

“No por nada mezcla a los partidos “de derecha” con empresarios y evangélicos. Matan tres cucos de una sola vez. Muy estratégica e ideologizada la mirada de los guionistas”, fustigó la joven legisladora de 34 años, la única diputada evangelista que hay actualmente además del neuquino David Schlereth.

A continuación, los principales tramos de la entrevista:

– ¿Qué peso electoral tiene el voto evangélico?

– El voto evangélico como tal no existe. No hay una incidencia de la forma de vivir la fe con la forma de votar. Esto tiene que ver con que no hay influencia desde los pastores hacia la congregación de forma directa de cómo votar. Salvo algunas excepciones (la gran minoría), los pastores evitan meterse en esos temas de forma directa. Sí puede haber una coincidencia entre el voto evangélico y partidos que propongan temas relacionados a la familia, a la defensa de los derechos humanos básicos como la vida, la salud y la educación. Pero no es masivo.

– ¿Es por eso que se da esa fragmentación tan marcada del voto celeste, con candidatos que compiten tanto dentro como fuera de Juntos por el Cambio?

– En realidad el voto celeste demostró en el 2019 que no existe como un sector al que hablarle para cambiar una elección. En Argentina priman muchas veces más los temas relacionados al bolsillo y la heladera, antes que temas relacionados a los valores. Lamentablemente. Existe un grupo de votantes que rozó un 2% en el 2019 que es inflexible con su voto con respecto a los temas relacionados a la defensa de la vida. Posiblemente este año ese sector tenga unos cientos de miles de votos más, pero permanece siendo una minoría.

Con respecto a la “fragmentación” de ese voto, responde a lo que mencionaba primero: el argentino vota con el bolsillo. Sino Alberto Fernández no hubiera ganado ya que en su plataforma de campaña tenía el tema de aborto, el cual el rechazado por el 60% de la población según distintas encuestas que se realizaron el año pasado. Claramente lo tuvieron que haber votado muchos “celestes”, porque sino no dan los números que recibió de votos. O sea que hay una mayoría de las personas que están en contra del aborto que ponderan más la experiencia para gobernar y los temas económicos que la cuestión pro-vida.

– ¿En qué regiones del país se concentran más los creyentes evangélicos?

– En todo el país,  el porcentaje sobre el total es del 15%. Según la influencia y crecimiento que ha tenido la iglesia evangélica en los últimos años, las región más antigua y con más historia es la mesopotámica, pero se encuentran los mayores índices en la zona del conurbano bonaerense donde, según el 2° Censo de Creencias Religiosas del CONICET, el porcentaje puede llegar a casi el 30% de personas de fe evangélica. De igual manera, esos porcentajes no se ven reflejados en un voto masivo a un partido en particular.

– ¿Y en el PRO cómo se da la articulación?

– No creo que haya una estrategia desde JxC para con los evangélicos. Creo que el hecho de que cada vez más políticos de fe evangélica se sumen tiene que ver con una relación natural que se fue desarrollando a través de los años. No es algo impuesto o pensado desde el punto de vista de los votos.

El PRO, donde estoy hace nueve años, ha tenido una excelente relación con las iglesias de trabajo en conjunto para todo lo que tiene que ver con la gestión de acompañamiento a la sociedad. Muchas iglesias han sido centros de donación de sangre, han receptado personas para ser rehabilitadas de adi1cciones, formaron parte de los lugares donde se brindan talleres de oficio de la Ciudad y, en la actualidad, hasta son sedes de vacunatorio. Desde lo político, el PRO ha sido el partido que tuvo tres de los cuatro diputados nacionales evangélicos que hubo en la historia del país: Cynthia Hotton (2007), David Schlereth (2017) y yo (2019).

– ¿La visibilización evangélica en las marchas contra el aborto del 2018 y del 2020 contribuyó a que haya un avance en la participación política de este sector y su agenda?

– Creo que para quienes están en el armado político de los partidos fue ver un sector al que no le daban mucha importancia y de pronto empezó a tener relevancia. En el 2019 se pudo ver mucha participación en listas, pero habiendo salido la ley de aborto, para algunos partidos esa importancia dejó de estar por lo que ya no hay lugares “entrables” en los partidos que tienen chances de ganar elecciones y eso llevó a muchos referentes políticos de sectores relacionados con el evangelismo a armar listas propias (casos en PBA y algunas provincias del interior). Al no tener espacio en partidos o frentes competitivos, fueron por armados propios y “puros”. En la militancia provida hay un sector muy purista con respecto a las listas y la presencia solo de celestes. 

– ¿El avance del bolsonarismo en Brasil pudo haber influido también en este “despertar político” del evangelismo en nuestro país?

– Creo profundamente que la realidad política de Argentina y Brasil con respecto al involucramiento de evangélicos es totalmente distinta y no puede hacerse un paralelismo serio. Primero, por la diferencia entre ambos partidos con respecto al sistema electoral. Brasil tiene un mecanismo mediante el cual llegan a ser legisladores nacionales las personas individuales y no a través de listas sábanas, como tenemos en el país. De esta manera, durante muchos años el país vecino ha tenido distintos políticos que han podido llegar. Segundo, porque los porcentajes de evangélicos en ambos países son totalmente distintos. 

– ¿Cree que en Brasil es más normal que ocupen lugares de poder?

– Sí. En Brasil es mucho más común que llegue un evangélico a un lugar de toma de decisión porque son el 30% del país y acá somos el 15%. Además, en tercer lugar, en Brasil las iglesias grandes se han involucrado activamente en impulsar candidaturas. En Argentina salvo algunas pocas excepciones, las iglesias no apoyaron candidaturas. Hay mucho mito alrededor del “voto evangélico”.

– Sobre esto último que usted menciona, ¿qué impresiones le dejó la serie “El Reino”?

– Esa serie fue hecha exclusivamente para desprestigiar a todas las personas de fe que decidimos dar un paso en servir a la sociedad desde la política. No por nada mezcla a los partidos “de derecha” con empresarios y evangélicos. Matan tres cucos de una sola vez. Muy estratégica e ideologizada la mirada de los guionistas. Además de la pobreza de producción y estudio de lo que son las iglesias evangélicas. Mucha mezcla con la dinámica de misa y terminología de la Iglesia Católica. Con lo fácil que era “espiar” la idiosincrasia de los evangélicos: abrís el youtube de diez iglesias distintas en cinco minutos y podés ver. Está hecho a propósito esa ridiculización.

– La guionista de la serie es Claudia Piñeiro, una activista “verde” reconocida que estuvo muy presente en del debate de la legalización del aborto…

– Sí, lo tengo muy en claro. Amiga de Ingrid Beck, unidas ambas con (Hugo) Sigman. Culpables de las listas negras de “Reacción Conservadora” que también ataca al mismo cuco: los políticos de derecha, los evangélicos y los empresarios. ¿Coincidencia? No lo creo. En la entrevista que le hizo (Luis) Novaresio a Piñeiro, ella dijo que era su obligación advertir lo que puede pasarle al país si hay un avance como el de Brasil, cuando son cosas que no son para nada comparables.

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