Se han cumplido hace algunos días 34 meses de mandato de Alberto Fernández, mandato éste al que aún le restan algo más de 400 días. La realidad marca grandes grietas dentro de un Gobierno que parece no quedará en la historia por lo bueno sino más bien por los magros resultados económicos y sociales que marcarán tal vez un punto de inflexión en la historia argentina.
Nada parece haber resultado como Alberto Fernández lo había prometido en campaña. Nada ha salido como buena parte de sus votantes creyeron que iba a resultar. La inflación, la situación social, el nivel de endeudamiento, la fortaleza institucional y hasta la propia supervivencia de su frente electoral parecen haber sido los grandes fracasos de la gestión oficial.
De los “intereses especuladores de las Leliqs” para pagarle un aumento a los jubilados a las jubilaciones más miserables de la historia, de la heladera llena a la escasez de productos, de la parrilla encendida a aumentos en los alimentos cercanos al 250% desde su asunción. Todo y más ha fallado en estos meses de Gobierno.
La inflación parece ser un problema que seguirá trascendiendo y ha sido uno de los grandes fracasos de la actual gestión. El Presidente acumula en estos primeros 34 meses una inflación acumulada de 234%. Solo en alimentos y bebidas no alcohólicas el incremento de precios ha sido de 246% y el de prendas de vestir de caso 400%. Los números son impresionantes. Increíblemente las medidas para bajar la inflación han sido siempre las mismas: el control de precios y el permanente hostigamiento al sector privado. Incluso el dólar debía estar a $60 pesos por unidad según el propio Alberto Fernández decía en campaña: hoy roza los 320 pesos.
El endeudamiento es récord. El gobierno se ha endeudado a ritmos más acelerados que el de Cristina Fernández de Kirchner en sus dos mandatos presidenciales y al del propio Mauricio Macri. La deuda del BCRA además se ha multiplicado por ocho en términos nominales y por 4 en cuando uno dolariza la misma.
La cuarentena, el vacunatorio VIP y la foto en Olivos (cuando se veía a la Primera Dama festejando su cumpleaños incumpliendo con el decreto de aislamiento obligatorio) fueron determinantes en la caída de la imagen presidencial a los niveles más bajos de las últimas décadas.
El kirchnerismo asumió con relaciones estrechas con el mundo civilizado pero a medida que transcurría el tiempo todo fue cambiando. Defendimos a Rusia, a Nicaragua, a Venezuela y a Cuba. Nos alejamos cada vez más del mundo.
Un Presidente que vino a cambiarlo todo pero que luego de 34 meses no tiene prácticamente agenda oficial y su actividad se limita únicamente a pelearse con un participante del reality show Gran Hermano.
El nivel de decadencia del gobierno es total. Nunca hubo tanta distancia entre lo prometido y lo realizado y entre la expectativa y la triste realidad”.
Por Manuel Adorni