Este es el siglo de la ciencia y la tecnología, signado por acelerados grandes cambios en los procesos productivos de bienes y servicios que modificarán sustancialmente la composición de la fuerza laboral en las próximas décadas. Los nuevos empleos que ahora están apareciendo en el mundo requieren una avanzada preparación educativa, con una creciente participación de las carreras científicas y tecnológicas.
Este desafío educativo está siendo encarando por naciones muy diversas, por ejemplo, en Alemania, India, Austria, Rusia y Finlandia, alrededor de uno de cada tres graduados del nivel terciario educativo corresponde a las carreras científicas y tecnológicas (Ciencias Naturales, Matemática, Información, Comunicaciones e Ingeniería). En Corea, Suecia, Reino Unido, Francia, Italia, Irlanda, Suiza y Eslovenia, uno de cada cuatro graduados corresponde a las carreras científicas y tecnológicas. El promedio de este tipo de graduación entre los países de la OCDE es también uno de cada cuatro.
Los países latinoamericanos, incluidos entre los 44 países considerados en este informe de la OCDE, presentan la siguiente información sobre la cantidad de graduados en este tipo de carreras terciarias cada cien graduados: México, 26; Colombia, 23; Chile, 20; Brasil, 17; y en último lugar nuestro país con apenas 14 graduados. Esto significa que, dentro de los 44 países considerados por la OCDE, nuestro país se ubica en el último lugar. Con esta matrícula educativa no será fácil potenciar el crecimiento de nuestra economía y evitar el desempleo.
Nuestro atraso en adaptar la organización del sistema de educación superior, especialmente la universidad, es notorio. Es hora de dejar de lado los discursos y las vaguedades retóricas para adoptar las medidas necesarias para orientar nuestra educación terciaria a los requerimientos del siglo XXI.
