Libertadores: El clásico de la vergüenza




BUENOS AIRES (NA) – Un operativo de seguridad que terminó siendo vergonzoso desplegaron hoy policías federales y de la ciudad de Buenos Aires, con el respaldo de efectivos de la Prefectura Naval Argentina, en un intento por custodiar la segunda y decisiva final de la Copa Libertadores de América entre River y Boca en el estadio Monumental de Núñez.

Más de 1.500 agentes estaba previsto que tomaran parte en el dispositivo conjunto y sin embargo, no pudieron evitar que el ómnibus en el que llegaba el plantel de Boca a la cancha de River fuera atacado a pedradas y botellazos por simpatizantes del conjunto “millonario”.

Tampoco lograron prevenir los graves incidentes que se produjeron minutos antes de que se anunciara la suspensión del encuentro -fue postergado para mañana a partir de las 17 ni los destrozos y robos que perpetraron revoltosos en inmediaciones del estadio, donde locales comerciales y numerosos automóviles estacionados fueron vandalizados.

Sí habló -cuatro horas después del ataque al micro de Boca- el secretario de Seguridad porteño, Marcelo D´Alessandro, quien admitió que existió “una falla” en el operativo de traslado de la delegación “xeneize” y atribuyó los “hechos de violencia” a grupos de simpatizantes sin entradas.

Al cabo de una jornada negra para el fútbol argentino en particular y sudamericano en general, al menos una treintena de hinchas de River terminaron detenidos, según pudo averiguar NA de fuentes oficiales.

El bochornoso incidente con el ómnibus “xeneize” se produjo hacia las 15:00 en el cruce de las avenidas Del Libertador y Lidoro Quinteros, a unas cinco cuadras del estadio Monumental, donde decenas de hinchas de River se encontraban en el momento en el que el micro de Boca pasó por allí escoltado por policías.

Varias ventanillas del ómnibus se rompieron, incluyendo la del conductor, e inmediatamente después del ataque, de acuerdo con el dirigente de Boca César Martucci, efectivos policiales arrojaron gas pimienta en un intento por dispersar a los agresores.

Pero como esos cristales del micro estaban rotos, los gases lacrimógenos ingresaron al ómnibus y afectaron al plantel de Boca, en especial, a los jugadores Pablo Pérez, Carlos Tevez, Darío Benedetto, Agustín Almendra y Gonzalo Lamardo, entre otros.

Allí, cerca del lugar de la agresión al micro, se produjeron las primeras detenciones, y un rato más tarde, minutos antes de que se anunciara la postergación del encuentro, se produjo una nueva oleada de disturbios entre hinchas de River y efectivos policiales y de la Prefectura Naval, que arrojaron balas de gomas y más gases a los revoltosos.

Más simpatizantes fueron aprehendidos en ese contexto, mientras los incidentes en general, que forzaron la suspensión del partido, terminaron convirtiéndose en un bochorno de alcance global debido a la inusitada expectativa que había generado en el mundo entero este duelo copero entre River y Boca.

Incluso el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, se encontraba este sábado por la tarde en el estadio de River, tras haber viajado a Buenos Aires especialmente para asistir a esta final de la Copa Libertadores de América.

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